
SI EL OTRO ES EL CULPABLE ¡la solución estará fuera de tu alcance!
Levantándome como las gallinas, empaqué a Frijolito de nuevo que, con el afán de salir de L.A. lo antes posible para evitar un encuentro que no era capaz de confrontar, estaba bastante mal embalado. Empujando, sudando, encajando cada pieza como un rompecabezas, mientras decía palabrotas que me dieran energía, lo puse lo más cómodo posible para el largo día que me esperaba, colocando todo lo que necesitaría a la mano y, lo menos agobiante que se pudiera, dentro de lo que daba el espacio.