¿Qué importancia le das a tu agua caliente o, incluso, al agua que sale por tu grifo todos los días? Lo más seguro es que, como el común denominador de las personas del mundo desarrollado, ni te has parado en pensar lo afortunado que eres por esta maravilla de la ingeniería, el capitalismo, y el buen karma tuyo de haber nacido en un lugar donde el agua en tu ducha no es un privilegio sino algo que simplemente sale al abrir una llave. Sin embargo, cuánta gente en el mundo tiene que hacer maniobras para disfrutar de algo que para ti es tan básico.
¡No!… entender no, porque el entendimiento viene de la lógica… Más bien ¡sentir en la piel y los huesos!, que es donde se graban las memorias eternas, lo que de verdad es la gratitud. Gracias a Dios no tuve que perder el pelo con quimioterapia, o perder a mi madre, para aprender esa lección que a otros les llega de maneras mucho más rudas que a mí. Por suerte (y trabajo), mi conciencia había alcanzado un nivel lo suficientemente maduro como para que solo fuera la “posibilidad”―porque nunca se convirtió en realidad― de que en un momento me quedara homeless y pudiera perder el privilegio de bañarme a diario ¡y con agua caliente!
En una separación de esas algo complicadas terminé con esa posibilidad en mis narices: tener que irme a vivir a un espacio creativo que tenía en aquel entonces en Los Ángeles, en un lado no tan seguro de la ciudad, donde no había ducha. Por alguna extraña razón que se parecía mucho a falta de amigos sólidos, en una ciudad de esas donde es difícil tenerlos, me quedaba en la calle sin tener demasiadas puertas abriéndose para mí (o eso parecía). El solo hecho de pensar que mi suerte sería un colchón inflable en una oficina por falta de amigos de verdad, ya me tenía llorando por las esquinas, pero no tener agua caliente para ducharme… ¡eso sí logro alborotar mi cerebro (y mis miedos) lo suficiente para que cada vez que entrara a una ducha temporal ―pensando que quizá esa sería la última oportunidad que tendría de lavar mi maraña de rizos mientras se empañaba el espejo de vapor― llorara de alegría por mi increíble suerte! Fue con este miedo, al parecer tan banal, como por arte de magia comencé a agradecer cada pequeño milagro que pasaba día a día, empezando con mi agua caliente que nunca me dejó… y la cama inflable que nunca tuve que usar. Fue el agradecer lo que me enfocó en todo lo que tenía en lugar en todo lo que estaba perdiendo, fue el agradecer lo que hizo que mi depresión no me consumiera y así pudiera mantener fuerzas de levantarme y caminar una vez más.
El agradecer me mostró que los milagros, cuando uno está atento, ¡existen!: una amistad inesperada que apenas comenzaba a formarse me salvó de mi “peor pesadilla” al mandar (y pagar) a su fontanero a arreglar la ducha en la oficina y agregar un diminuto calentador que duraría lo justo para una ducha rápida, pero tendría como hacerlo en caso de que esa fuese mi única opción. Así mismo, la puerta menos pensada abrió para alojarme por mucho más tiempo del que nunca hubiese imaginado, con cama, mucha agua caliente pero, sobre todo, mucho amor, que es lo que en esos momentos de colapso mundial uno más necesita.
No me tuve que quedar totalmente homeless, ni perder mi salud, ni estar en bancarrota oficial para voltear y darme cuenta cómo aquellas cosas que damos por sentadas y personas por las que nunca apostaríamos terminan siendo las que se van o se las que se quedan. Con cada “gracias” que daba a lo más pequeño veía cómo se repetía una y otra vez el milagro de los peces y el pan, así que simplemente GRACIAS se convirtió en mi mantra para usar con mi mala. ¿Pero cuántos de nosotros solo despierta cuando ve su vida solo colgando de un hilo?
Ayer en Estados Unidos se celebró el día más lindo de ese también mi país, El Día de Acción de Gracias ―AKA Thanks Giving―, el cual empezó de manera hermosa cuando los primeros peregrinos que llegaron de Inglaterra fueron capaces de sobrevivir el invierno gracias a la ayuda que los nativos le dieron, enseñándolos a sembrar y cosechar lo que se daba en ese extraño país. SÍ, también es verdad que la historia se volvió fea y sangrienta, pero hoy quisiera concentrarme en la parte bonita, que de sangre y lágrimas ya tenemos muchas anécdotas en el mundo.
Por eso hoy quiero tomar este espacio y momento para dar las gracias, primero que todo, a mi mamá, quien tuvo la brillante idea de aceptarme como hija; sin ella este camino recorrido no existiría. No era su labor decir que sí a mi propuesta de usarla como trampolín para volver a este mundo, pero a pesar de no serlo, y de no tener la situación más amena para ser mamá, dijo sí, y hasta hoy sigue diciéndolo una y otra vez. Y ella siempre se lleva las gracias eternas porque su existencia hace mi vida más segura y sólida.
Sin embargo, en este momento de mi vida mi mayor fortuna no viene de la ducha caliente, sino de la gente maravillosa que me rodea, y lo que esta tribu me ha ayudado hacer de mi vida. Así que mis gracias este año van a TODO mi equipo de Lilith’s Travel, a ellos les doy las GRACIAS infinitas porque mis días no serían ni la mitad de feliz sin ellos. Cada uno con su talento, entusiasmo y pasión por lo que hacen y por amor, respeto y fe en mi misión que dejó de ser “mía” para ser nuestra, hacen posible lo que hoy hemos logrado.
La Tribu Lilith’s es mucho más grande de lo que se imaginan, porque toma toda una vida criar un hijo… y mucho más materializar un sueño. La Tribu no son sólo los que hoy siguen día a día tallando el camino, sino todos los que lo comenzaron a mi lado desde que solo era árboles y selva, aunque ya no estén; es cada uno que puso, ha puesto y sigue poniendo su semilla, la que yo sigo abonando y atesorando profundamente. ¡Por eso quisiera en su honor dejarles aquí plasmado todo el amor y la gratitud que les puedo tener por ser todos los padres y las madres de este maravilloso bebé que ya no gatea, sino camina! Dando tumbos quizá, o quizá camina algo torcido, pero que sin duda ya dejó la andadera y ahora se para en sus dos pies.
Quizá esto sea largo y como no ves tu nombre sientas que no te incumbe, pero espero que saques algo de esto. Le doy las gracias a cada uno porque es mentira que “uno sabe”… Uno ¡NO sabe! lo que vale en la vida de otro al menos que el otro lo diga, así que hoy o mañana o siempre escribe a todos los que son importantes en alguna parte de tu vida y dale las gracias por lo que son para ti, porque sin ellos tu vida no sería la misma.
Aquí el muro Lilith’s de los agradecimientos en orden de aparición (sin apellidos por eso de la privacidad). Quizá algunos de ellos nunca se enterarán de este sentimiento profundo que tengo para con ellos, pero el Universo se lo susurrará cuando más lo necesiten:
Si olvido a alguien saben que fue sin querer y seguro también a ti te doy las gracias… ¡Ah, sí! ¡A Vaca y Sari, por ser las primeras Lilith’s un 2011 sin siquiera saberlo!
Ileanna