Ile Simancas España Francia
Seguro cuando piensas en viajes se te viene a la mente la lista de cosas que te hacen ilusión y que te motivan a emprender la ruta: ese destino que vas a visitar, la gastronomía, su gente, su cultura (¿algún amor?)… y la suma de todo eso te da ¡la adrenalina del viajero! Pero, ¿alguna vez se te ha ocurrido lo divertido que puede ser ir sólo con una mochila? 5 razones por las que viajar de mochilero es un placer

1. LIBERTAD DE ACCIÓN

Ser mochilero no es cargar un morral a cuestas: es una manera particular de ver y descubrir el mundo. Y es que llevar tu casa en la espalda te da una libertad de acción que de ninguna otra forma podrás experimentarla. Al no tener mucho espacio para compras te aseguras de atesorar experiencias y recuerdos, lo que también es, sin duda, una práctica saludable para las finanzas personales y el desprendimiento de lo material. La “limitación” de espacio y peso te enseñan a discernir qué es indispensable y necesario, con lo que pronto te das cuenta de lo poco que requieres para vivir. Al final, lo importante es poder empacar en el menor tiempo posible para tener tus manos, tu tiempo y tu mente libre. 

2. Vivir el aquí y el ahora

Carpe diem, ¿te suena? Un mochilero vive su presente. A pocos les importa su pasado y nadie le pregunta por su futuro. La palabra clave empieza a ser HOY. Todo el que se cruza en el camino de un mochilero está interesado en saber quién es esa persona hoy, qué quiere y sueña hoy, y por qué ha decidido estar donde está hoy. Vivir en el hoy es la mayor libertad de un ser humano: no le pesa la carga del pasado ni vive en la anticipación del futuro. Disfruta en pleno de la realidad que es su presente.

3. Viaja solo

Pero nunca está solo, porque sus sentidos están tan abiertos a experimentar que le es muy fácil hacer amigos en cualquier parte. El ser humano, en general, busca una tribu a la cual pertenecer y viajar solo te da la disposición a vivir nuevas experiencias de integración. Los momentos de soledad son elegidos y respetados, porque la comunidad suele comprender bastante bien el proceso del forastero. Por ejemplo, un mochilero jamás será juzgado por no querer compartir una determinada actividad grupal o por desear permanecer en silencio. Su ritmo vital es respetado.

4. Conoce sus destinos como un local

Quien viaja por turismo lo hace por periodos cortos y con propósitos puntuales. Un mochilero no está presionado por una agenda, pues su principal interés es integrarse al país al punto de vivirlo como un local. El viajero no quiere ser reconocido como “el otro”, sino mimetizarse, pasar desapercibido, jugar a ser uno más, y eso lo logra con tiempo y disposición. Después de que vivas como mochilero más nunca podrás adaptarte a esos viajes en los que visitas muchas ciudades en poco tiempo, porque habrás comprendido el valor de la profundidad por encima del apuro y la superficialidad. Querrás tener el espacio para apropiarte de todo y hacer tu propia rutina.

5. Capacidad de adaptación

Un mochilero no vive ni en el lujo ni en la austeridad: sabe cómo pasar del uno al otro sin dramas y eso es porque su curiosidad es tan grande que quiere probarlo todo, quiere vivir con el entusiasmo y la frescura de los niños. Para el mochilero no supone ningún problema pasar alguna noche durmiendo con gallinas en un autobús ni tampoco se priva de un lujo. Sabe que cada circunstancia lo acerca más a la realidad que fue a buscar, esa que está hecha de contrastes.

Ser mochilero es sinónimo de ser libre

La sensación de no tener nada que te ate lo es todo y yo, Ileanna Simancas, como el equipo de Lilith’s Travel podemos dar fe de ello. Quizás no quieras hacer de todos tus viajes una rutina de mochilero, pero al menos probarlo una vez vale la gloria y cuando lo hagas quiero que me cuentes cómo te fue.

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